domingo, 30 de mayo de 2010

¿Por qué somos pobres?


Como muchos de ustedes saben, hace un par de años fundamos una compañía que se dedica a producir tecnologías educativas. Como resultado de esto elaboramos un par de libros interactivos de la materia de ética y valores para alumnos y profesores, que ha recibido muy buenas opiniones de parte de los especialistas en la materia. Desde que estabamos produciendo el programa sabíamos que su precio real podría ser pagado tal vez por los alumnos de escuelas particulares, pero que lo iba a dejar fuera del alcance de la gran mayoria de estudiantes, por lo que decidimos hacer una versión mas austera de manera que pudieramos bajar el precio ostensiblemente y estuviera al alcance de todos. Y bien ¿qué ha pasado?

Gracias a Dios algunos profesores de los que llamamos “inquietos” han decidio utilizar nuestro programa y las críticas de su parte, y sobretodo de parte de los estudiantes, han sido muy positivas, muchos chavos y chavas nos han comentado que nuestro programa los ayudó a entender más la materia y a que les gustara mas. También ha habido muchos profesores que han decidido no utilizar nuestro material y seguir trabajando con los libros de texto de siempre. Cuando sucede esto les agradecemos el que de cualquier manera nos hallan considerado, y les preguntamos qué le falta a nuestro producto que les hizo decidirse por otra opción, para mejorarlo. Me llamó especialmente la atención una respuesta en particular, unos profesores nos decían que les gustaba mucho pero que el precio era un poco alto para sus estudiantes, pues algunos son “pobres”. Cabe mencionar que el libro que decidieron recomendar era unos 20 pesos mas “barato” que nuestro software. Y esto me llevo a las siguientes reflexiones.

Lo primero que pensé es si en realidad 20 pesos iban a hacer una diferencia tan importante en la situación económica de sus estudiantes, esto es, pensé en qué iban a utilizar los 20 pesos que se “ahorraron” . Seguramente de tener ese dinero es sus manos muchos lo gastarían en un refresco y unas papitas en la cafetería. Otros por desgracia lo utilizarían comprando una cajetilla de cigarros y tal vez algunas cervezas (en realidad con esa cantidad no te alcanza ni para una cerveza, pero tal vez podrían juntar sin dificultad el resto). De tal suerte, que “ahorrar” esos 20 pesos para la mayoría no creo que les haya representado un gran equilibrio en su realidad financiera. Por otro lado pensé, la diferencia entre nuestro software y un libro “normal”, no es de 20 pesos. Es decir, como ya les mencione diseñamos un programa muy completo, cuyo precio real es muchísimo mayor, pero que nosotros estamos aplicando un descuento muy importante para que lo puedan adquirir todos los chicos. De manera que la diferencia entre un libro y este tipo de materiales que tiene muchísimas más herramientas como audios, juegos, animaciones, etc, en realidad es mucho mayor, pero porque estamos haciendo un importante esfuerzo es solo de 20 pesos, o , un refresco y unas papitas, o, una cerveza. Entonces, por “ahorrarse” 20, que utilizaron en lo que mencionamos anteriormente, se privaron de utilizar un material mucho mas rico y que les iba a provocar que les gustara mas su materia y la comprendieran mejor, por llevar el libro que siempre han utilizado. Pero ¿por qué siguieron esta “idea” los profresores?

La realidad es que a muchos de nosotros nos han “educado” así. Con mi esposa siempre comentamos que el peor pobre es el que se considera a sí mismo como pobre, porque entonces se está condenando a seguir siendo pobre siempre. Conocimos a una persona que casi todo lo justificaba con el “argumento” de que era pobre, y observamos como en realidad no quería dejar de serlo porque entonces iba a tener que hacer o dejar de hacer cosas, o de justificar situaciones, que no tenía intención de hacer.

Pero a qué me refiero con qué a muchos de nosotros nos han “educado” así. Me puse a pensar en lo siguiente, cuántas veces vamos con nuestros hijos en el mercado o en la calle, y voltea a ver algo que le llama su atención y nosotros espantados le enseñamos algo de menor calidad porque el precio es menor, pero ¿qué tanta diferencia hay en el valor? Muchas veces la diferencia es mínima, y nos estamos privando de lo que tiene mejor calidad, pero sobretodo, nos estamos acostumbrando a comprar lo que tiene peor calidad, y algo más grave aún, estamos sembrando la idea inconsiente de que nosotros no podemos o no merecemos tener cosas de calidad. Y esta es la idea que quiero subrayar y que me parece que trasciende no solo a las circunstancias familiares sino como sociedad.

Esto es, nos hemos acostumbrado a consumir cosas de baja calidad por “ahorrarnos” unos pesos, pero sobretodo, nos hemos acostumbrado a la idea de que nosotros no podemos, o no merecemos, incluso algo mejor, y esto ya no solo se refleja en los productos que compramos sino en el resto de nuestra vida. Cuántas personas jamás son capaces de abordar a la persona que les gusta, porque se les hace muy “guapa” o “guapo” y piensan que no les va a hacer caso (en algunas ocasiones la otra persona incluso deseaba que la conocieran pero como no se acercaban pensaban también que no le interesaban a nuestros ejemplos). Cuántas veces nos privamos de tantas cosas que nos gustarían y que no solo nos darían satisfacciones inmediatas, sino que incluso nos podrían hasta cambiar la vida, solo por qué pensabamos que no las podíamos tener y nos privamos de ellas por ahorranos el equivalente a una cerveza o unos cigarros. Y como en el inconsiente pensamos que nosotros no podemos aspirar a las “cosas buenas”, nos resignamos a vivir con lo que tenemos, a tener una pareja que no queremos, un trabajo que no nos satisface, gobernantes que nos ven la cara, pero como no nos merecemos algo mejor entonces los dejamos hacer impunemente lo que quieran. Este es el punto al que quiero llegar.

Esa mentalidad de “pobre” al primero que daña es a mi mismo, porque el mensaje que está mandando es, tu no te mereces algo mejor, te tienes que resignar a vivir con lo que tienes. Cierto día que iba en el transporte público le pedí a un chico que se levantara y le dejara su lugar a una mujer embarazada, y ella me dijo apenada que lo dejara, que no importaba (ella pensaba que no se merecía algo mejor en su inconsiente). Lo mismo piensan las personas que toleran parejas abusivas, y lo mismo pensamos como sociedad, cuando toleramos que prácticamente la corrupción y el crimen organizado sean los que imponen su ley en estos momentos. Lo mismo estamos pensando como sociedad, cuando las “autoridades” nos dicen que dos mujeres indígenas secuestraron a miembros de la AFI metiéndolas presas, y despues nos dicen que se equivocaron, sin que nadie renuncie a su cargo ante tal muestra de ineptitud. Lo mismo pensamos como sociedad cuando se quema una guardería y mueren nuestros niños y después de un año NADIE ha sido siquiera llevado a juicio por este hecho de indudable negligencia. Lo mismo pensamos como sociedad cuando nos hacen “tragar” hasta el cansancio los medios de comunicación que tenemos la mejor selección del mundo, compuesta por futbolistas que ganan millones que jamás verán profesores, investigadores y científicos, y que ni siquiera van a ser capaces de quedar entre los tres mejores lugares de su competencia, pero que sirven para distraer a la opinión pública de devaluaciones, despidos masivos, graves violaciones a los derechos humanos por parte de las fuerzas de “seguridad”. Es esa mentalidad de “pobres”, de que “no podemos, ni merecemos lo mejor” es la que nos tiene en una situación tan deplorable y lamentable, porque no podemos ni merecemos tener un país mejor.

Profesores, papás, adultos, no hagan a sus alumnos o a sus hijos “pobres”, porque entonces los están haciendo “pobres” seres humanos también.

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